Señor Jesús: si quieres, puedes limpiarme.
Limpiarme de mi falta de humildad,
de mi arrogancia, de mi deseo de protagonismo,
de mi yoismo cotidiano, de mis egoísmos desmedidos.
Señor Jesús: si quieres, puedes limpiarme.
Limpiarme de mi indiferencia, de mi falta de empatía,
de mis cegueras selectivas,
de mi falta de compasión para con los otros,
especialmente con los otros más pobres y apartados.
Señor Jesús: si quieres, puedes limpiarme.
Limpiarme de mi comodidad paralizante,
de mis constantes deseos de tener siempre más,
de estar siempre más seguro,
de blindar mi comodidad y mis logros.
Señor Jesús: si quieres, puedes limpiarme.
Limpiarme de mis heridas, de mis culpabilidades,
de mis dolores, de mis batallas inconclusas,
de mi excesiva intransigencia conmigo mismo.
Señor Jesús: si quieres, puedes limpiarme.
De todo, de tanto, ¡límpiame!
Así te lo pido.
Así sea
Comments are closed.