Señor Jesús ¡cómo nos gustaría poder ir y anunciar a todos estas cosas! ¡Cómo nos gustaría, una jornada más, salir de casa y en tu nombre decir a todos que tú haces posible todo eso!
¡Cómo me gustaría a mí, este humilde discípulo tuyo, creer verdaderamente que todo eso es posible cada día en tanta gente!

Señor Jesús, hazme juglar tuyo, discípulo tuyo, enviado tuyo. Haz que vea y oiga lo que tú haces en nosotros: hazme testigo de que los ciegos ven, los cojos andan, los enfermos son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y los pobres son evangelizados.

 
Señor Jesús, que hoy se me note que creo que todo eso es posible para quien cree en ti, para quien alberga en su corazón esa esperanza, para quien todo de ti lo espera, para quienes nos sabemos en tus manos, para quienes creemos que en ti, solo en ti, es posible la vida verdadera, la entrega sin condiciones, el amor sin dobleces, la caridad sin remuneración, el compromiso por la justicia evangélica, el situarnos junto a quien sufre o junto a quienes están
solos o sin esperanza alguna.

Señor Jesús, que hoy vayamos y contemos a los familiares, a los compañeros, a los amigos, que tú haces posible la vida, la esperanza, el volver a comenzar, el calor del hogar, la felicidad insondable de los buenos amigos, la potencia de los profetas, el grito junto a los últimos, el compromiso desinteresado por todo lo humano, el cuidado de la Casa Común, la vida comunitaria, el perdón más necesario, la compasión más sanadora, el abrazo que da calor y resucita, las palabras que abren los oídos y las huellas que hacen que te sigamos.

Señor Jesús, gracias por este nuevo día. Allá vamos, a anunciar lo que hemos visto y oído. Acompáñanos. Así te lo pedimos. Así sea

Oscar Alonso Peno
Responsable Área Pastoral FEC