Señor Jesús, llegados hasta aquí, también yo, como aquellos discípulos tuyos, a menudo me pregunto quién eres, cómo es posible que me quieras, que me acompañes, que te fíes tanto de mí, que en mí pongas tantas esperanzas y me encomiendes tantas tareas. Lo tuyo, Señor, es sencillamente extraordinario.

Señor Jesús, miro alrededor y encuentro motivos para la vida, razones para la esperanza, gestos transformadores, palabras que animan y acciones que hablan de resurrección. Y en todo ello tú: motivo de nuestra alegría, razón de nuestras razones, principio y fundamento, alentándonos y acompañando nuestros pasos.

Señor Jesús, miro alrededor y también encuentro lo más humano que nos pasa: vacíos, silencios, roturas, muertes, finales, desencuentros y muchas dudas. Pero resulta que en todo eso también ahí estás tú sosteniéndonos, animándonos, padeciendo con pasión, amándonos hasta el extremo y mostrando tu rostro cuando nada alivia nuestro dolor y nuestra incomprensión.

Señor Jesús, sé quién eres, aunque me gustaría saber más, conocer más, experimentar más y aprender a reconocerte en todo cada vez con más cariño, con más humildad y con más entrega. Dame, Señor, sentido y conocimiento para poder cumplir tu santo y veraz mandamiento hoy, ahora, con todos, sin condiciones. Haz que sea hoy testigo de quién eres, queriendo yo lo que tú quieres. Así te lo pido. Así sea

Oscar Alonso Peno

Responsable Área Pastoral FEC