Señor Jesús, retomamos esta buena costumbre de encontrarnos con tu Palabra y contigo cada mañana, sabiéndonos parte de un pueblo que camina por el mundo convencido de que es posible vivir en el amor y confiar en que tus brazos siempre nos sostienen. Gracias, una vez más, por acompañar nuestra vida y misión.

Señor Jesús, ¡qué bonito es este pasaje de tu Evangelio! ¡Cuántas cosas nos hace revivir de nuestra propia historia y de nuestra propia vocación! Tú que nos llamas, nosotros que nos sabemos poca cosa, indignos para poder vivir tu proyecto, miedosos y llenos de incertidumbres. Pero confiados porque tu Palabra garantiza tu encomienda.

Señor Jesús, estamos llenos de dudas, necesitados de tu escucha, de tu atención, de tu presencia, de tu palabra y de tu ejemplo. Queremos que hoy, una vez más, nos elijas, nos llames y nos envíes. Necesitamos escuchar que nos dices «no temáis».

Señor Jesús, queremos dejarlo todo y seguirte. Pero necesitamos que nos enseñes a descentrarnos, a desapropiarnos y a abajarnos. Necesitamos aprender de ti cómo vivir las bienaventuranzas, cómo encarnar lo que decimos en el Padre Nuestro y así poder seguirte. Queremos seguirte, Señor. Llámanos. Ayúdanos a estar alerta a lo que hoy nos pidas. Cuida de nosotros. Así te lo pedimos. Así sea