Señor Jesús,

en esta nueva mañana regalada

me pregunto:                                                             
¿Qué es lo que me alegra realmente?

¿Qué es lo que hace que yo sea profundamente feliz? 

¿Cuál es la razón de mi alegría cotidiana?

Y tu Palabra nos recuerda una vez más

que la verdadera alegría no está en las grandes cosas,

en los grandes acontecimientos,

en los grandes logros, en las grandes hazañas,

en las acciones vistosas que todo el mundo quiere contemplar,

sino en lo sencillo, en el detalle,

en los gestos y palabras oportunos…

Señor Jesús,

la alegría de la que habla hoy el evangelio

está preñada de cariño, de búsqueda,

de preocupación, de deseo por encontrar,

de familiaridad, de hogar, de cercanía,

de amor incondicional.

Esa es la alegría que quieres que tengamos

en nosotros y para los demás.

Por eso hoy, Señor Jesús,

te pedimos que nos hagas hombres y mujeres

verdaderamente ocupados en hacer el bien,

en amar más y amar mejor,

en buscar lo que está perdido,

en allanar las sendas, en reducir obstáculos,

en ver el vaso medio lleno…

que nos hagas hombres y mujeres verdaderamente alegres.

Y una mañana más imploramos

que nos ayudes a encontrar caminos para la paz.

Que no cesemos de orar por la paz.

Que seamos en nuestro entorno y en nuestras responsabilidades, instrumentos de esa paz tan necesaria para todos.

Así te lo pedimos. Así sea

Oscar Alonso Peno

Responsable Área Pastoral FEC