Sentido del humor

28 septiembre, 2021
smile, smiling, laughing-2607299.jpg

Hay todo tipo de risas. Risotadas estruendosas y risitas idiotas. Risa contagiosa, que te provoca al menos una sonrisa, y risa estridente que te suscita deseos de estrangular a alguien (generalmente al risueño). Hay risa floja, esa que se te escapa cuando no sabes cómo reaccionar –una versión frecuente de la risa floja es la risa etílica, también conocida como ‘punto’, ‘puntín’, o similares–. La risa forzada se ve a la legua, y a veces hay que calificarla de falsa (reír gracias baratas por aquello de quedar bien); otras veces, en cambio, es más bien benévola (no te ha hecho ninguna gracia, pero te ríes por no desanimar al chistoso). Uno se puede reír solo, cosa que ocurre si se recuerda algún episodio cómico; o si se está enamorado; o si parece que, por una vez, todo va bien. Da gusto reírse en grupo, cuando se consigue uno de esos momentos de distensión, que no se sabe cómo llegan a surgir; pero el hecho es que en alguna circunstancia te encuentras así, alegre, animado, cordial, confiado con los tuyos.

 

 

 

Lo que resulta evidente es que un mundo sin risa sería un mundo inhumano. Un mundo de humanoides sin sentimientos; es ese mundo tan típico de alguna película de ciencia ficción en la que una especie extraña ocupa cuerpos humanos, convertidos entonces en cascarones insensibles (por cierto, ¿lo de andar todo el día acelerados, cabreados, con prisa, con la sensación de no llegar nunca, de estar desbordados por lo urgente, y serios, muy serios, será el primer síntoma de «invasión alienígena»?)

Parece que es necesaria la risa, pero no vale cualquiera. Apostemos por una risa de calidad; de calidad quiere decir sincera. Compartamos la alegría. Es importante reír por lo pequeño, por lo sencillo, incluso por lo simple. Necesitamos tener momentos para mirar con ingenuidad a las cosas, y encontrarles el lado cómico, a los problemas y también (sobre todo) a las propias manías y neuras. Ver el pasado con una pizca de humor es el primer paso para vivir la reconciliación. Estar alegres en el presente es una forma de sencillez. Y mirar al futuro con gozo es esperanza. Sonríe.